domingo, 2 de abril de 2017

Sembrando memoria crece la organización



Este 2 de abril se cumplen 4 años de la inundación que azotó a la ciudad de La Plata y sus alrededores, llevándose consigo una enorme cantidad de vidas y ocasionando innumerables pérdidas materiales.

Más allá de la fecha simbólica, la memoria tiene que ser un ejercicio cotidiano y una construcción colectiva para mantenerse viva en el imaginario social. Recordar que nos inundamos -mejor dicho, que nos inundaron-. Y no tan sólo recordar; sino tener presente y tomar conciencia que seguimos siendo inundados e inundadas, porque las causas estructurales de la inundación siguen vigentes, al igual que en otras ciudades de la provincia que se vieron afectadas por el mismo fenómeno. 

Lejos de construirse e implementarse políticas que permitan evitar las inundaciones, éstas siguen siendo todavía promesas que adornan los discursos electorales, pero no más que eso.

Recordar y tener presente resulta imprescindible para organizarnos entre los vecinos y las vecinas de cada barrio; y de ese modo intentar una salida colectiva a los problemas comunitarios. Si en las horas posteriores a la lluvia, fuimos capaces de poner el cuerpo, por qué no retomar esa experiencia para transformar la realidad de nuestros barrios, de nuestra ciudad.

Contra los discursos construidos por los diarios más vendidos de la ciudad, en complicidad con las autoridades gubernamentales de ese entonces -y también las de ahora-, seguimos sosteniendo que NO FUE CULPA DE LA LLUVIA.

La lluvia no sancionó un Código de Ordenamiento Urbano a medida de las grandes empresas de la construcción, ni promovió la especulación inmobiliaria. Tampoco expulsó a los sectores populares a la periferia de la ciudad, ni provocó el desmonte en Berisso. La ausencia de obras hidráulicas y un plan de contingencia, claramente, no fueron por la lluvia.

El ajuste y pérdida de valor de los sueldos de los trabajadores y trabajadoras, va acompañado de políticas públicas urbanas que benefician al mercado y los interese privados. Políticas que lejos están de satisfacer la demanda de miles de familias que siguen viviendo al lado de arroyos contaminados. Los barrios populares de la ciudad de La Plata siguen siendo víctimas del olvido y el abandono, sin estar sus reclamos presentes en las consignas de la marcha del 2 de abril, ni en los medios masivos de comunicación.

Víctimas de la desidia, la intervención del Estado nunca llegó a completarse, y ante lluvias intensas siguen teniendo agua en los pies. Víctimas de la corrupción, los recursos públicos que se destinan siguen siendo manejados por los punteros para que tejan sus políticas, desgastando los espacios asamblearios generados luego de la inundación. Víctimas de la inoperancia, los subsidios de mejora de vivienda solo fueron un parche, y las obras hidráulicas llevadas a cabo sólo resolvieron el problema de los barrios del casco. ¿Víctimas del desconocimiento? Los políticos se pasean cada año electoral por los barrios de la periferia, conocen muy bien la situación, y prefieren mirar a un costado.

Así como en las horas posteriores a la inundación, se pudo suplir la desidia y el abandono del gobierno, con la solidaridad y la cooperación de las personas y las organizaciones sociales, políticas y culturales, no es imposible pensar y apostar a que sean estos mismos actores quienes, mediante el impulso de la organización popular, puedan dar soluciones integrales a los problemas de la región, a través de la creación de un nuevo modelo de ciudad donde nadie quede afuera.

Por eso, hay que mantener encendida llama de la memoria. Para que se convierta en fuego. Uno que encandile y se vuelva organización. Que queme y se convierta en más organización. Para resistir, luchar, avanzar y no retroceder. 

Que exija y construya justicia para las víctimas. Que discuta la problemática de manera integral, entendiendo que las cuestiones urbanas y habitacionales son el reflejo de un modelo socio-económico desigual. Que piense, cree, y construya una ciudad nueva, que avance contra el negocio inmobiliario, que desarrolle políticas que permitan el acceso a la tierra, a la vivienda, a los derechos básicos que el Estado debe garantizar a toda la población.


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